viernes, 8 de septiembre de 2017

EL DERECHO Y LA GUERRA DE ESPAÑA (VII): LOS CANJES

EL DERECHO Y LA GUERRA DE ESPAÑA (VII): LOS CANJES

Por Federico Bello Landrove

     Por vocación, soy historiador; por profesión, fiscal -ya jubilado-; por mi edad y vivencias, estudioso de la Guerra Civil o Guerra de España. Creo que son motivos bastantes para abordar esta serie de ensayos sobre El Derecho y la Guerra de España, en que procuraré aunar información veraz y brevedad amena. Sus lecturas y comentarios me dirán si he acertado o no en el empeño.




1.      Algunas consideraciones generales


     Solo siendo muy amplio el criterio, puede albergarse un ensayo sobre los canjes en un apartado sobre El Derecho y la Guerra de España. Claro que, si con escrúpulos andamos, podríamos decir de la confluencia del Derecho y la guerra lo que aquel profesor bienhumorado de la expresión Justicia militar: que encierra una contradicción en los términos. Así que daré por buena la sistemática y pasaré a tratar brevemente del tema general, antes de exponer con cierto detalle dos casos concretos, que pueden servirle de ilustración.

     El canje, ese cambio de la vida o la libertad de una persona por las de otra, o por alguna cosa o prestación valiosa, parece repugnar a los valores de igualdad y justicia. Vienen a la mente expresiones tales, como por ser vos quien sois, o bien, el que tiene padrinos se bautiza. Pero la cosa no es tan sencilla: Muchas personas sufrieron en nuestra Guerra ejecuciones o largos cautiverios, simplemente por ser hijos de… o padre o esposa de… Por tanto, el canje puede ser una buena manera de equilibrar ventajas e inconvenientes o, dicho con más donosura, un aspecto humanitario de una contienda fratricida[1].

     Desde los primeros momentos hasta su final, la Guerra Española ofreció numerosos ejemplos de detenciones en rehenes de personas ilustres y de negociaciones por parte de comisionados de ambos bandos, para lograr el intercambio de unos por otros. Con el tiempo, la costumbre generó ciertas prácticas usuales y la aparición de intermediarios hasta cierto punto especializados. Frecuentemente, las negociaciones y los actos de canje se practicaron en el extranjero (Francia, Gibraltar…) y llegaron a contar con el apoyo de Organismos internacionales (como el Comité Internacional de la Cruz Roja) o del personal diplomático (Encargado de Negocios del Reino Unido ante la República Española; Legación y Consulados o Viceconsulados de la República Argentina). Para no defraudar las expectativas, llegaron a habilitarse centros de detención para eventuales personalidades canjeables[2] y algunos señores de la guerra se hicieron con presos ilustres para tratar de cambiarlos por cautivos de su propia familia[3]. Numerosos expedientes del Archivo de la Guerra Civil (o de la Memoria Histórica) de Salamanca son un venero inagotable de esas historias de éxitos y fracasos, de guante blanco y de mercadeo, en que quedan convertidos en las distancias cortas estos episodios político-humanitarios.

     En algunas ocasiones, los canjes se convirtieron en cuestión de alta política, como acaeció con las tentativas de conseguir el de José Antonio Primo de Rivera. El tema está muy tratado[4] y no merece que yo insista en él sin ninguna originalidad. Como saben, el picante de la cuestión está en si Franco apoyó el canje o dejó que fracasara, para librarse así de un fuerte rival político al que -dicho sea de paso- no tenía ninguna simpatía[5]. La verdad del caso parece estar en un término medio: el interés de Franco por el rescate joseantoniano no fue grande, pero el fracaso se debió más a la ambición de los negociadores de la República[6] y, en último extremo, a la vigorosa oposición de los efectivos guardianes del Jefe Nacional de la Falange[7].

     Hecha esta introducción, pasaré a tratar de dos casos famosos de personas republicanas, que estuvieron implicadas en episodios de canje, conseguidos o intentados. Ellos fueron Francisco Largo Calvo, hijo de Largo Caballero[8], y José Miaja Isaac, que lo era de José Miaja Menant[9].




2.      Francisco Largo Calvo, una fallida moneda de cambio




     Único hijo varón del segundo matrimonio de Largo Caballero[10], a principios de julio de 1936 había sentado plaza, como soldado de cuota, en el Regimiento de Transmisiones de El Pardo (Madrid). Con todos sus compañeros, vivió la insólita aventura de pasarse en bloque al enemigo, cruzando el frente por la zona de La Granja (Segovia), aunque es de suponer que, si por él hubiera sido, habría permanecido fiel en territorio republicano[11].

     Después de tres meses de estancia incomunicada en calabozos, Largo fue entregado a falangistas, que lo trasladaron hasta Sevilla, en cuyo cuartel de Falange continuó en la misma situación de detención incomunicada, por la mera y simple razón de ser hijo de Largo Caballero. Que yo sepa, no está claro por qué fue conducido hasta Sevilla[12], pero sí lo está el protagonismo falangista, ya que estaban en pleno desarrollo los intentos de rescatar a su Jefe Nacional, José Antonio Primo de Rivera (en lo sucesivo, José Antonio), en lo que el joven Largo podía jugar un papel principal, dado que su padre ocupaba a la sazón los importantísimos cargos de Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra de la República Española.

     He apuntado antes algunas razones para el fracaso de esta intentona[13], pero bueno será agregar, no sin cierta emoción, el papel que se vio obligado a representar Largo Caballero, cuando se le hizo ver por algunos Ministros de su Gobierno el peligro que corría su hijo, si se llevaba a efecto la ejecución de José Antonio[14]. No se cumplieron tan ominosos pronósticos y el joven Largo simplemente pasó de las manos de Falange (para la que ya no servía) a las del virrey Queipo, que ahora tenía prioridad ante un posible canje. Así pues, Largo Calvo ingresó en la Cárcel Provincial sevillana, donde permanecería casi totalmente incomunicado hasta 1943, sin que se le abriera causa criminal.

     Se ha corrido la especie de que, hacia finales de la Guerra Civil, se produjo el canje efectivo de Largo Calvo por Rosario Queipo de Llano. Tal cosa es errónea. Ya se ve, por el hecho de que Largo continuó en prisión hasta el final de la guerra y varios años más. Además, Rosario Queipo de Llano, seguramente gracias a otro canje, alcanzó la libertad en septiembre de 1937, no al final de la contienda, como algunos dicen. Nada mejor que leer el libro de memorias que la Sra. Queipo publicó en 1939[15], sobre sus avatares entre los rojos, desde que fue detenida en Madrid en septiembre de 1936[16], hasta su salida de la prisión de Alacuás, justo un año más tarde[17]. Si mi ensayo sirviera, al menos, para corregir este error, ya me daría por contento.

     El clamoroso fracaso de Francisco Largo Calvo como moneda de cambio parece que tuvo un castigo bastante severo. A los siete años de estancia en prisión, se añadieron otros tres de confinamiento en Monforte de Lemos (Lugo) y una nueva y breve estancia en la cárcel, a principios de 1946, por no probada connivencia con los maquis gallegos de la zona. En ese mismo año 1946 recuperó la libertad, en la medida en que ello era posible en la España de aquel tiempo. Se casó por lo civil con una joven a la que había conocido en tierras gallegas y, ante las dificultades para encontrar trabajo y vivir sus ideas políticas, se exilió a Francia en 1947 y, de ahí, a Méjico, en 1948.

     De modo que Francisco Largo Calvo estuvo diez años privado de libertad, sin haber sido encausado nunca, por el único delito de ser hijo de Largo Caballero.



3.      José Miaja Isaac: canje en la hora undécima




     El general Miaja[18] tenía una familia numerosa -tres hijos y cuatro hijas-, de edades muy dispares ya que, entre la primogénita y la benjamina, había veintitrés años de diferencia. Eso explica que el segundogénito, José o Pepe, fuera en 1936 todo un teniente de la Guardia de Asalto[19], destinado en Madrid, mientras su madre, un hermano y cuatro de sus hermanas (menores de edad aquel y tres de estas) fueron detenidos en Melilla, al producirse el Alzamiento[20], con gran fruición del virrey Queipo de Llano, quien llegó a fanfarronear por la radio sobre despellejar a las Miaja, para hacerse una petaca o billetera, que llevaría en el bolsillo, para así recordar a su ilustre marido y padre[21].

     Al estallar la guerra, el teniente Miaja pasó a un puesto de combate y tuvo la mala suerte de caer en seguida prisionero de los nacionales[22]. Probablemente, su condición de miembro del Cuerpo de Asalto en Madrid, unida a su apellido, determinó que se activaran contra él los resortes del Consejo de Guerra, de forma tan ilegal y reiterativa, que no puede menos de inferirse una especial inquina de Franco hacia Miaja padre, ya por desavenencias anteriores a la guerra civil, ya por el hecho de que hubiera dirigido la exitosa defensa de Madrid, lo que alargaría las hostilidades, al menos, un par de años. Preston califica por estos hechos al Caudillo como gratuitamente vengativo[23], y añade: “… tras descubrir que el hijo del general Miaja había sido juzgado y absuelto por un tribunal nacional de Sevilla, Franco intervino personalmente para que lo volvieran a arrestar y a juzgar en Burgos. Existía la duda sobre si el joven capitán Miaja se había pasado al bando nacional o lo habían capturado; en consecuencia, el tribunal de Burgos dictó sentencia leve, de manera que Franco ordenó volver a juzgar al desafortunado Miaja en Valladolid. Allí, el tribunal militar lo encontró inocente y lo dejó en libertad. Franco intervino de nuevo y de modo totalmente arbitrario lo trasladó al campo de concentración de Miranda de Ebro, donde permaneció hasta que fue canjeado por Miguel Primo de Rivera”[24].

     Esta última precisión enlaza con lo que es objeto de mi atención: el canje de José Miaja hijo, por Miguel Primo de Rivera. Recordemos, simplemente, que Miguel Primo había sido juzgado por un Tribunal Popular en Alicante, los días 16 y 17 de noviembre de 1936, y condenado a reclusión perpetua por el delito de conspiración a la rebelión militar[25]. A partir de ese momento, había permanecido en reclusión incomunicada, pese a los esfuerzos por canjearlo.

     Los sinsabores de José Miaja y Miguel Primo llegaron a su fin en un momento tan tardío de nuestra Guerra, como el 9 de marzo de 1939, gracias a un intercambio de muy última hora, que ha despertado las suspicacias de numerosos tratadistas, entendiendo que su consumación se vio favorecida por el giro final del teniente general Miaja, al apoyar in extremis las negociaciones de rendición con Franco y el golpe del coronel Casado[26]. La verdad es que la cronología y los sucesivos cambios de criterio de Miaja padre, inclinan a pensar en una cierta relación entre el apoyo de este a Casado y el canje de Pepe Miaja, que su hermana María Luisa asegura haber sido el último antes de que terminase la guerra[27].

     Según algunas referencias, en este canje hubo mediación del Gobierno británico. De ser así, no deja de ser una casualidad llamativa que Miguel Primo de Rivera llegase a ser Embajador de España en el Reino Unido, y durante un largo periodo[28].






[1] Ver Javier Rubio García-Mina, Asilos y canjes durante la guerra civil española: aspectos humanitarios de una contienda fratricida, edit. Planeta, Barcelona, 1979.
[2] Caso notorio fue el de la llamada Cárcel de las Damas de España, que la República mantuvo en la localidad de Alacuás (Valencia), en la antigua Casa de Ejercicios Espirituales “La Purísima”, en condiciones de relativo confort, con mucho de propagandístico. Ver en la www.levante.emv.com el artículo de Laura Sena, La cárcel de las “Damas de España”, 2009.
[3]  Buen ejemplo es el del cautivo Francisco Largo Calvo, hijo de Largo Caballero, en manos del Virrey de Andalucía, Gonzalo Queipo de Llano y Sierra. Ver infra, capítulo 2.
[4]   Dos visiones de conjunto: Stanley G. Payne, Franco y José Antonio. El extraño caso del Fascismo español, edit. Planeta, Barcelona, 1997, y Francisco Torres García, El último José Antonio, edit. Barbarroja, Madrid, 2013.
[5]  Aparte de razones políticas y de carácter, la animadversión se consolidó con motivo de las elecciones generales de febrero de 1936, cuando José Antonio se negó a que Franco entrase en su misma lista electoral, en la circunscripción de Cuenca, forzando la retirada de la candidatura del General.
[6] Se suele citar a Indalecio Prieto como negociador principal, en nombre del Gobierno republicano, y a que, a cambio de José Antonio, se pedía la liberación de 30 presos políticos y varios millones de pesetas.
[7]  Al parecer, la Cárcel de Alicante o, cuando menos, la persona de José Antonio estaba bajo el control de personal del recién creado Quinto Regimiento, comunista, y de la Federación Anarquista Ibérica (F.A.I.), nada inclinados al canje que se pretendía. De hecho, el piquete de ejecución estuvo formado por miembros de ambas formaciones: Ver María García Alonso, Los siete fusilamientos de José Antonio Primo de Rivera, en VV.AA., Territorios, identidades y violencias, edit. Universidad de Los Andes, Mérida (Venezuela), 2011, págs. 236-237.
[8]  Francisco Largo Caballero (1869-1946), dirigente histórico del Partido Socialista Obrero Español (P.S.O.E.) y de la Unión General de Trabajadores (U.G.T.), Ministro de Trabajo y -entre septiembre de 1936 y mayo de 1937- Presidente del Consejo de Ministros y Ministro de la Guerra.
[9]  José Miaja Menant (1878-1958), uno de los Generales más famosos del Ejército de la República. Aunque ocupó numerosos puestos de mando, su mayor brillo procede de la sorprendente y exitosa defensa de Madrid (1936-1937), decisiva para la prolongación de la guerra. Condecorado con la Laureada de Madrid y ascendido a Teniente General, apoyó finalmente el llamado Golpe del Coronel Casado, que puso fin en la práctica a la contienda (marzo de 1939).
[10] Del mismo matrimonio, nacieron tres hijas. De un primer matrimonio, hubo un hijo varón, Ricardo Largo Álvarez con el que, a partir de la infancia, su padre apenas mantuvo relaciones, ni aludió a él: Julio Aróstegui, Largo Caballero: El tesón y la quimera, edit. Debate, Madrid, 2013. Francisco Largo Calvo había nacido en Madrid en 1914 y falleció en 2001.
[11] Del rocambolesco episodio dan cuenta diversas páginas de Internet, cuya fuente principal es la Causa General, pieza segunda, legajo 1.517, expediente 1 (digitalizado). Para entonces, Largo Calvo ya tenía una ejecutoria de radicalidad y estancia en la cárcel: Véase la entrevista que le hizo Paloma Lagunero en el semanario Triunfo, número 707 (14 de agosto de 1976), páginas 32 y 33.
[12] Yo me atrevo a sugerir alguna intervención de Gonzalo Queipo de Llano, con vistas a negociar un canje, en beneficio de su hermana, María del Rosario Ángeles Queipo de Llano y Sierra, aunque se diera prioridad a las negociaciones para salvar la vida de José Antonio Primo de Rivera. Más adelante aludiré al hipotético o intentado canje Largo – Queipo.
[13] Supra, capítulo 1, incluidas notas 5, 6 y 7.
[14] El propio Largo recordó el ejemplo de Guzmán el Bueno y pidió a los Ministros que no le forzaran a repetirlo. Finalmente, el Gobierno firmó el enterado, José Antonio fue ejecutado y Largo hijo no siguió esa misma suerte. Véase Juan García Oliver, El eco de los pasos, edit. Ruedo Ibérico e Ibérica de Ediciones y Publicaciones, París-Barcelona, 1978, páginas 342-343. Es de agradecer que el libro tenga libre acceso por Internet, a través de www.metalmadrid.cnt.es.
[15] Rosario Queipo de Llano, De la cheka de Atadell a la prisión de Alacuás: impresiones, estampas… y recuerdos de los rojos, imprenta Santarén, Valladolid, 1939.
[16] El diario ABC, número de 26 de septiembre de 1936, página 6, recoge la detención de una hermana del general faccioso Queipo de Llano, por el Jefe de las Milicias Populares, Sr. García Atadell. Rosario Queipo de Llano y Sierra (1885-1977) era viuda y se había escondido en Madrid, en un piso del número 9 del Paseo de Recoletos.
[17] En esa fecha fue excarcelada y conducida, en unión de otras señoras hasta entonces presas con ella, para tomar un barco con destino a Gibraltar. Ver De la cheka…, citado, páginas 160-177.
[18] Ver nota 9.
[19] Había nacido en 1905. Falleció en Ciudad de México en diciembre de 1951, a los 46 años, de resultas de suicidio (según el diario ABC del 6 de diciembre de 1951, página 20). Es dudoso que, antes de caer prisionero de guerra, ascendiera a capitán.
[20] La mejor fuente para estos temas es el folleto de María Luisa Miaja Isaac, Sombras y luces del ayer. Éxodo de recuerdos, Morelia (Michoacán), 30 de agosto de 1998. Puede consultarse en Internet. El canje y liberación se produjo el 20 de diciembre de 1936.
[21] En lo que puede haber sido, o no, un calumnioso infundio, se ha dicho que el general Miaja, al mando del frente de Córdoba durante el cautiverio de buena parte de su familia, tuvo una actuación militar poco lucida, para no disgustar a Queipo.
[22] He leído que lo hicieron preso en el frente de Talavera de la Reina (Toledo), en el otoño de 1936, pero, en honor a la verdad, no he contrastado el dato, que escasa importancia tiene para este ensayo.
[23] Ver Paul Preston, Franco y la represión: la venganza del justiciero, Actas del II Congreso de Historia de nuestro tiempo, Universidad de La Rioja, Logroño, 2010, página 63.
[24] Preston, Franco y la represión…, página 63. El autor ofrece, como se ve, una exposición superficial y poco verosímil, que merecería haber tenido mayor fundamento que una fuente anecdótica y puramente basada en la memoria: Se trata de Ramón Soriano, La mano izquierda de Franco, edit. Planeta, Barcelona, 1981, páginas 146-147. El doctor Soriano fue coyunturalmente cirujano traumatólogo de Franco, a quien este le habría referido el aludido testimonio, no antes de 1961.
[25] Miguel Primo de Rivera y Sáenz de Heredia (1904-1964) había tenido una modesta implicación en las actividades de Falange Española anteriores a la Guerra Civil, a la vera de su hermano, José Antonio. Por ello pudo librar la pena capital, en tanto su esposa, Margarita Larios Fernández de Villavicencio, fue condenada a seis años y un día de prisión por cooperación con su cuñado y su marido.
[26] Sobre el tema, de modo general, Paul Preston, El final de la guerra. La última puñalada a la República, edit. Debate, Madrid, 2014.
[27] V. María Luisa Miaja, Sombras y luces, cit., página 14 de facto, pues el folleto carece de paginación.
[28] En concreto, de febrero de 1951 a enero de 1958. Con anterioridad, Miguel Primo había sido Ministro de Agricultura (1941-1945). 

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