sábado, 2 de diciembre de 2017

A VUELTAS CON LA GENÉTICA. ENTREGA Nº 2

A vueltas con la Genética. Entrega nº 2


Por Federico Bello Landrove

     El mundo de la Genética está en constante evolución. Esta serie de ensayos pretende ser una aproximación a algunos de los avances y descubrimientos científicos más recientes en la materia. Al propio tiempo, puede suponer una actualización del trabajo general presentado en este blog, bajo el título de Lamarck y Darwin se unen: Revisión general de la doctrina en materia de aleatoriedad de las mutaciones.





1.      ¿Sexo? El que me dé la gana


     Hubo un tiempo en que, como ejemplo de super poder jurídico, se decía que un Juez inglés podía hacerlo todo, salvo convertir a un hombre en mujer. Está claro que la moderna Genética ha aproximado a la Judicatura inglesa (y de otros muchos países) a la omnipotencia: Los jueces de nuestros días, si no hacer, sí que pueden reconocer y declarar el cambio de sexo, con las debidas pruebas y cautelas.

     Así pensaba yo, hasta enterarme de que una gran mayoría de los diputados españoles han redactado una proposición de ley para que el cambio de sexo no necesite más requisito que la libre voluntad de los padres de los menores de 16 años, o la de los afectados, cuando sean mayores de dicha edad. Recordemos que la mayoría de edad en Derecho español está fijada en los 18 años.

     Tal proposición de ley (que, por ahora, parece no cuenta con el apoyo del Partido político español en el Gobierno) supone la exclusión de todos los requisitos que anteriormente estableció -o sigue estableciendo- la legislación hispánica sobre el cambio de sexo: intervención quirúrgica; tratamiento hormonal por dos años; certificado médico que justifique la nueva identidad sexual; informe psicológico favorable a la misma. Parece llegado, pues, el momento de cambiar el jocoso dicho sobre los jueces ingleses, por este otro: Los políticos españoles -no todos, desde luego- pueden hacerlo todo, menos estudiar seriamente lo que tienen entre manos.

     Dirán ustedes, ¿qué pinta esta cuestión en una colección de ensayos sobre Genética? Pues que ha venido a coincidir cronológicamente con la publicación en Investigación y Ciencia[1] de un artículo sobre “Ciencia, sexo y género”. La tesis del mismo es la de que el sexo, el género y la sexualidad no son realidades ni conceptos absolutos, sino un espectro, con numerosas situaciones intermedias, fruto de muy diversas condiciones  genéticas y hormonales (por no aludir a las psico-sociales). El cuadro de situaciones intermedias o de sexo lábil que ofrece la autora, Amanda Montáñez[2], es ciertamente muy complejo y le lleva a concluir que “más allá de XX y (de) XY, multitud de factores determinan si alguien es mujer, hombre o se halla en algún punto intermedio”.

     Aconsejo la lectura del citado artículo a cuantos profanos quieran tener una base para opinar de estos temas. Exceptúo a los políticos que ya hayan llegado a la brillante conclusión de que cada persona puede tener el sexo que le dé la gana.




2.      Epigenética y cariño


     Siguiendo una ruta investigadora ya ensayada con otros mamíferos (ratas, macacos), profesores de la Universidad canadiense de British Columbia, en Vancouver[3], han controlado durante varios años (hasta los cuatro o cinco de edad) a 94 niños y niñas, a fin de constatar si en su desarrollo psicológico tuvo o no relevancia el modelo de interacción con sus madres durante el periodo postnatal (en especial, cuando contaban cinco semanas de edad). En particular, el estudio de las consecuencias se centró en las de una causa concreta: la cantidad de contacto físico cariñoso o reconfortante. Dichas consecuencias han sido estudiadas en su qué y en su por qué.

     El qué ha corroborado previos estudios con niños criados en orfanatos, los cuales suelen mostrar retrasos en el crecimiento, altos niveles de estrés y desórdenes de comportamiento. Ahora bien, el mayor interés genético del experimento lo tenía establecer el por qué. Los resultados pueden sintetizarse en estos dos puntos:

     1º. Los niveles de contacto físico gratificante y temprano inciden en el epigenética de determinados genes, determinando niveles de mayor o menor metilación y dando lugar a fenómenos de alteración en el grado normal de desarrollo, coincidentes con el retraso psico-físico apreciado en los niños desatendidos afectivamente. En particular, los genes afectados por la metilación anormal o más lenta tienen que ver funcionalmente con el sistema inmunitario y el metabolismo.

     2º. Los autores encontraron cinco regiones específicas de metilación con patrones alterados, correspondientes a los cromosomas 6, 7, 11 y 16. La metilación diferenciada alcanza valores significativos en las islas CpG3. Y, dentro de los genes candidatos para hallar en ellos una metilación diferenciada (en virtud de lo expuesto doctrinalmente en trabajos anteriores), se confirmó ampliamente la certeza de lo hipotetizado para los genes OXTR (oxytocin receptor), relacionado con la neurobiología de los lazos sociales, y BDNF (brain-derived neurotrophic factor), implicado en la plasticidad postnatal.

     Los investigadores del artículo citado tienen el deseo de seguir con su estudio. De confirmarse, su hallazgo podría ayudar a que los niños más desfavorecidos recibieran una mayor atención afectiva, incluidos los contactos físicos.




3.      Variaciones fenotípicas y edad de la madre


     A partir de amplios estudios sobre las diferencias fenotípicas de los gemelos idénticos, investigadores del Centro de Regulación Genómica de Barcelona han publicado una carta en la revista Nature[4] acerca de una aproximación pionera a dicho tema: la influencia que podría tener la edad de las madres en los distintos fenotipos de individuos genéticamente idénticos. La aproximación, por razones obvias, se ha hecho a especímenes cuyas generaciones son muy numerosas y con intervalos breves: gusanos nemátodos de la especie Caenorhabditis elegans. Puede parecer un estudio muy alejado del interés para la especie humana, pero el hecho de compartir una gran parte de nuestro genoma nos lleva razonablemente a pensar lo contrario.

     El artículo concluye que la edad de la madre tiene un efecto importante en la fisiología de su descendencia. Madres C. elegans muy jóvenes producen una descendencia con defectos en aspectos como el tamaño, el desarrollo, la resistencia al hambre o la fecundidad; unos déficits que pueden mantenerse hasta la edad adulta y transmitirse a la descendencia, al pasar a la vía seminal. Ante ello, surgen dos preguntas:

     1ª. ¿Por qué esos déficits en la descendencia de madres muy jóvenes? Los autores entienden que por la deficiencia en el suministro del complejo lipoproteico vitelogenina. Tal aporte a niveles menores de los óptimos determina la variación negativa de múltiples rasgos de los gusanos hijos, que permanece a todo lo largo de la vida del animal.

     2ª. ¿Por qué, entonces, los gusanos C. elegans se reproducen antes de estar en condiciones de madurez satisfactorias para la descendencia? Aquí no contamos más que con hipótesis. Los autores sugieren, como más plausible, esta: Tener descendencia pronto, aunque sea de peor calidad, puede ser muy beneficioso para ciertas especies, al acortar el tiempo entre generaciones. Eso puede ser muy bueno a nivel adaptativo.

     Nos hallaríamos, pues, ante una especie de compromiso o equilibrio entre las dos clases de rasgos que favorecen la competencia biológica: la supervivencia y fecundidad de los más aptos, frente a la multiplicación de descendientes que es fruto del acortamiento del periodo intergeneracional.






[1] Número correspondiente a noviembre de 2017.
[2] Ver revista y número citados antes, página 31. En realidad, la autora se basa en un trabajo de investigación de la profesora Amanda Hobbes, del Collyer’s College (Horsham, Sussex, Reino Unido).
[3]  Sarah R Moore, Lisa M. McEwen, Jilli Quirt & Michael S Kobor, Epigenetics correlates of neonatal contact in humans. Development and Psychopathology, vol. 29 (issue 5), December 2017, 1517-1538. Los autores han tenido colaboración de personal de la Universidad de California en San Francisco y del Instituto Canadiense para la Investigación Avanzada.
[4]  Marcos Francisco Pérez, Mirko Francesconi, Cristina Hidalgo-Carcedo & Ben Lehner, Maternal age generates phenotypic variation in Caenorhabditis elegans. Nature 25012 (dec. 2017).

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